Ir a enseñar donde menos quería

El 20 de febrero en horas de la mañana me llaman para hacer una entrevista como coordinadora de proyectos. Creo que ahí, en ese justo momento se dibujó una sonrisa en mi cara (...)
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Tania Lozano

Alumni Enseña por Colombia

Estudió Turismo en la Universidad Colegio Mayor de Cundinamarca, fue profesora de emprendimiento en Urabá y actualmente trabaja en Educación Experiencial

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Después de una larga espera del que pensé que iba a ser mi trabajo (el de enseñar). Pensé que ya no era mi destino ir a desempeñarme como docente a una de las zonas de Colombia con mayor índice de violencia. Así que ya estaba decidido que me presentaría a otra entrevista, y por otro lado, sentí satisfacción de haber esperado lo suficiente.

Para fortuna/desgracia, ese mismo día en horas de la tarde recibí otra llamada ¿Adivinan para qué? Sí, para ir a enseñar. La verdad es que ya estaba tan entusiasmada con la idea de la entrevista, que fue un choque para mí el recibir la otra llamada. Llegó la confusión, no supe qué decir; así que recurrí a mi mejor consejera, mi mamá (ellas que lo salvan a uno de esos dilemas existenciales).

Me aconsejó que me presentara a la entrevista. Dijo que si ese trabajo era para mí, me quedaría en Bogotá; y así fue, el día 22 de febrero fui a presentar la famosa entrevista. Todo estaba planeado, yo presentaba la entrevista e iba a salir con una sonrisa en mi cara. Para mi sorpresa, más profesionales se presentaron y mi sexto sentido – ese que dicen que sólo tenemos las mujeres – me dijo que eso no era para mí.

Puedo negarlo todo, pero salir de esa oficina me convirtió en el ser más triste del planeta. A veces uno cree que las cosas van a salir de lo más bonitas; y no, la vida te da una bofetada en la cara para despertar. Por otro lado, por aventurera y desafiante (cuando conocí Urabá, inmediatamente pensé: por aquí no quiero volver porque detesto el calor… ), llamé a mi mamá. Le pedí que llevara mi maleta al terminal de buses, y le aseguré que estaría bien; además sentía que era el momento de emprender mi camino ¿No les ha pasado? Uno quiere su comodidad, pero la terquedad aparece y así nomás, nos vamos a otro lado a medirnos en todos los sentidos, en TODOS.

Para mi sorpresa, Carepa, no me recibió tan bien. Dejé mi computador y maleta dentro del bus ¡Ay no! ¿Quién puede ser más despistado que yo? Nadie. Como venía tan melancólica por dejar mi familia y mi zona de confort se me olvidó eso; y bueno, ahora es una de las experiencias que ahora puedo contar con gracia. Afortunadamente, recuperé mis cosas.

Ahora, basta de vivir en el pasado con malos ratos; les contaré qué ha sido para mí estar con Ecopiedras (uno de los proyectos que oriento). Lo oriento porque esos pelados saben más de la vida que nosotros, quienes venimos de la ciudad a “enseñarles”. Sí claro, como no.

En cuanto llegamos al corregimiento, nos encontramos con jóvenes quienes contaban con opciones limitadas al momento de salir del colegio y poder desarrollarse profesionalmente. Las personas que se gradúan regularmente se dedican a la realización de oficios dentro del hogar; trabajos en papelerías, bares o heladerías. Son pocos los estudiantes que se dedican a dar continuidad a sus estudios superiores. Aquellos que lo hacen optan por estudiar en instituciones como el CDS – Apartadó y el SENA, siendo un problema el transporte para su desplazamiento a estos lugares.

Sin embargo, evidenciamos que el corregimiento posee diversos recursos naturales que no aprovechan para mejorar la calidad de vida. Al no reconocer esto, la población contamina estos recursos. Por estos motivos creemos que es necesaria una intervención a nivel social, cultural y económico para brindar oportunidades de desarrollo a los jóvenes; además, una nueva visión del futuro de sus vidas. Podrían tener la capacidad de cumplir sus sueños sin necesidad de desplazarse a otros lugares; y a su vez, conservarían y preservarían los recursos naturales. Así, la comunidad generaría progresivamente sentido de pertenencia por Piedras Blancas, en aras de mejorar su calidad de vida.

Eso suena bonito, pero el tras bambalinas es todo un cuento. Les diré que ellos lograron hacer mucho por nosotros, ya que ahí aprendí el verdadero valor de trabajar en equipo. Aprendí a partir de tener inconvenientes con mis compañeros, verme enfrentada a tener charlas incómodas por desacuerdos; o por si no sabíamos como decirle a ese alguien que no estaba haciendo ese algo como lo proponíamos. Además, aprendí a soltar aquello a lo que me aferré. El proyecto por el cual disfruté tanto mi estancia, aquel que me quitaba el sueño y al mismo tiempo me daba tantas alegrías; tuve que dejarlo en manos de los niños, porque es de ellos. Me quedé con el buen sabor haberlo disfrutado, incluso en los malos ratos cuando peleaba con mis estudiantes porque no salían las cosas como esperaba; o con mis compañeros porque sí, porque no, o por si acaso.

Aprovecho para agradecer a la Institución Educativa Rural Piedras Blancas, por permitir que me equivocara las veces que lo hice. Además, por dejarme llevar a mis estudiantes a montar bici y a hacer sancochos por toda la zona. Por dejarme ser curiosa junto con mis estudiantes, y estar al borde del peligro. Aún así, sonreí porque sabemos que, de absolutamente todo se aprende.

Agradezco a mis compañeros ecos, porque sin ellos no habría sido posible estar frente; a Ginna, la diseñadora que le dio todo el color al grupo; Nata, quien nos ponía los pies en la tierra y fue la más colaboradora; Camila, que aunque estuvo en Bogotá siempre estaba pendiente de todos nosotros. A Jaime, el nuevo eco que nos acompañó, porque motivó a más pelados que todos nosotros. A los 15 estudiantes que estuvieron ahí para hacer de este proyecto un hijo que va creciendo, MIL GRACIAS, no sé que sería de mí si ustedes no me hubiesen alentado a subir esos 45 minutos de montaña sobre la bici.

Al final dije: “YO NO ME QUIERO IR DE POR ALLÁ” (cara triste, cara triste, cara triste)

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Un comentario

  1. Ecopiedras siempre ha dibujado también en mí una sonrisa porque es un proyecto poderoso e inspirador, además que se mueve en una de mis montañas preferidas del mundo. Ojalá se reactive y siga rodando por mucho tiempo más.

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